Una ronda como símbolo de conexión, de encuentro, de fuerza, de juego, de contención. Una ronda nos hace falta. En realidad, esa “ronda” la jugó la juventud en las calles en estos días de decir "basta" ante los atropellos de muchos políticos. Se están dando la mano, nos están dando la mano.
El dibujo que comparto hoy es parte de una de las lindas experiencias que tuve en mi vida de maestra: trabajar en el colegio José Antonio Encinas (JAE). De esa experiencia conservo algunas fotografías relacionadas a distintos tipos de creaciones y no podía faltar el dibujo. Fascinada por las soluciones gráficas que en cada ocasión encontraban los niños y las niñas para lograr sus propósitos, propuse a los chicos y chicas del grupo 2 y 3 dibujar una ronda y una fila, asunto que de modo espontáneo ya lo había observado en niños de inicial algunos años antes.
Además del potente significado, plasmar las relaciones espaciales es un reto muy grande que los niños y las niñas abordan de manera espontánea al expresar sus vivencias. Sin embargo, mi curiosidad era grande y quería saber de manera específica qué pasaba con el modo de representación de una situación tan compleja como la que se presenta en una ronda y una fila, sin previa vivencia corporal explícita. De ese grupo, en esta ocasión, solamente haré alusión al dibujo de Alejandra (2003), de 8 años, en el que muestra una ronda con un particular encanto y complejidad, aunque cada uno de los dibujos que me obsequiaron merecería un artículo.
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Ella se sitúa (imaginariamente) en un determinado punto de vista y logra mostrar a los niños y las niñas de frente, de perfil (representado por la presencia de un solo ojo) y de espaldas. Los vemos en su diversidad mostrada en los cabellos lacios y crespos, negros y rubios. Los vemos con sus gustos expresados en su vestimenta y accesorios. Al observar los brazos con flexión podemos sentir el movimiento, unos hacia arriba, otros hacia abajo, con manos más o menos visibles, con algunos enlaces creativos para aquellas ocasiones en las que no lograron darse las manos. Da la sensación de ser una danza.
Ella sitúa al grupo en un jardín, sin explicitar la base, como si éste estuviera al centro. Como en un ritual a la pachamama. Por cierto, no es tan común a los 8 años, un dibujo con estas soluciones gráficas para las nociones de espacio, pero suelen ser tan interesantes todas soluciones que me permito incluir, como referente, un par de ejemplos de una niña y un niño bastante menores.
Uno de ellos es de Alejandra (1999) de 3 años, con una "Ronda en el círculo" que parece un torbellino de trazos, que expresa mucho y que permite ver la figura humana sencilla, simplificada en su repetición. El otro es de Rafael, de cinco años, incansable dibujante que utilizando el recurso de abatimiento, realiza este fascinante dibujo que me hace recordar a un sikuri. Ambos casos fueron en el CEI La Barquita. Añoro seguir viendo dibujar a niños y niñas. (15 de noviembre 2020)
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