Con estos sencillos payasos quiero recordar los momentos alegres del 2024 y visualizar la alegría para el 2025. Estos payasos son muy antiguos. El dibujante - de dos añitos hace 26 años- recibió este nuevo año trabajando como músico en un circo lejano, viendo a los payasos y payasitos (as) hacer de las suyas.
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¿Reconocen al payaso de sombrero oscuro? ¿Y al cazador? Efectivamente, ante nuestros ojos se muestran varias figuras alargadas que no podríamos reconocer a simple vista. Sin embargo, para llegar a ese dibujo el niño ha tomado conciencia del cuerpo humano y sus características esenciales, proceso complejo y mágico, pero natural. En la primera figura de la izquierda vemos la cabeza con ojos y boca, unas piernas muy largas y zapatos (así lo dijo espontáneamente). Sobre la cabeza el "sombrero oscuro". En las siguientes figuras ya no colocó los rasgos faciales, como si diera a entender que ya no es necesario para comprender la idea. Una de las figuras, parece tener un brazo. ¿Será el que menciona como cazador?
Como se observa, ha dibujado un esquema similar muchas veces como practicando y enfatizando su gran logro . Inclusive volteó la cartulina y dibujó detrás, más payasos. !Y estos se iban al colegio!. A esto, Martínez (2004) denomina "Recursividad" y explica que la representación se consolida por repetición de fórmulas estructurales y por la aplicación flexible de los mismos principios a distintos contenidos.
Aunque parezca muy sencillo, para lograr estas figuras, el niño ha tenido que lograr cerrar el círculo y crear un espacio. Para ello, ha requerido lograr control visual sobre su mano. Ha debido mantener la verticalidad y la simetría (dos piernas parelelas) y un signo diferente para los zapatos. A nivel semántico, ha logrado dar un significado a sus trazos, con formas que tienen cierta analogía con la realidad y que tiene un componente emocional también. Luisa María Martínez, investigadora del dibujo, nos dice que se requieren condiciones psicológicas y sensoperceptivas "una intención de significar, una disposición innata a la representación icónica, capacidad de atención ligada a la necesidad de un orden visual, adquisión de pautas motoras, control visual de la forma y de la orientación espacial en un medio bidimensional, control de los recursos materiales y de los instrumentos mediadores" (Martínez, 2004:75). Todo ello suele suceder en muy corta edad.
Como personas adultas muchas veces no reconocemos todo lo que ha implicado sus logros al dibujar e inclusive "los corregimos". Coincido con Martínez en que es necesario seguir indagando en la naturaleza del dibujo en la infancia, pues se trata de "un fenómeno recurrente e irreductible que sigue estando ahí, aunque se intente mirar para otro lado" (Martínez, 2004:20). Este verano, démonos la oportunidad de observar, valorar y promover este lenguaje de la infancia.
Gracias por ayudarnos a observar y apreciar, lo que a los ojos de un adulto no se ve. Gracias!