El dibujo como fenómeno documental
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Este sencillo y maravilloso dibujo fue realizado en mi taller “Pincelito” (1992) por un niño, de tres años y siete meses, al que no le gustaba ir al jardín de inicial (al taller sí). Solía hablar poco, salvo en un ambiente de mucha confianza. Esa mañana, espontáneamente, de manera muy rápida y segura, como reviviendo un acontecimiento importante, hizo estos trazos que "decían mucho" y al terminar mencionó: ¡El cerro San Cristóbal!. El fin de semana él había llegado hasta allí, al “apu tutelar” de la ciudad de Lima que tiene una cruz en lo alto.
Con este dibujo el niño fijó su vivencia, la documentó. El dibujo tiene ese poder, “es un “fenómeno documental que los niños realizan gratuitamente y que usualmente no sabemos ver” (Martínez, 2021)[1].
En este caso, más que la imagen del cerro, este dibujo contiene el recorrido, el esfuerzo de llegar hasta allí, las emociones y los sonidos. Y, como no, la cruz. De este modo, el niño ha plasmado una experiencia compleja utilizando estructuras simples que condensan significados (sincretismo). Para ello, ha utilizado principalmente ideogramas cinestésicos, signos abiertos con significados vinculados a la experiencia de movimiento, que pueden ser ambiguos o polisémicos (Martínez, 2004). Sin duda, si él no hubiese mencionado que era el cerro San Cristóbal yo no lo hubiese reconocido, y yo no solía preguntar los significados de sus dibujos, pero era usual que los niños los mencionen porque se sentían en confianza, confianza ganada por el respeto a sus producciones gráficas.
Cabe señalar, sin embargo, que lo que los niños dicen solo nos da una pista y no toda la profundidad que contiene su dibujo y “el niño no dibuja nada que no sea significativo”[2]. Afortunadamente para mí, con alegría y con movimientos de manos, el niño me contó sobre el paseo que había realizado con sus abuelos. Al contarme, imitaba el sonido del vehículo en el que subieron y me señalaba su dibujo. Tal como se puede percibir, su dibujo “suena”. Él era muy curioso y entre todo lo que quería saber, había ganado cierta conciencia de escritura. Por eso, la R, está presente en su dibujo simbolizando el ruido de los medios de transporte que subían por el curvilíneo camino.
Muchos significados se entrelazan en este dibujo de una experiencia que emociona al niño y que, por lo tanto, opta por fijar dibujando en el taller. Si nos trasladamos a 1992, podremos entender por qué a este niño no le gustaba ir al jardín: En aquella época, en los jardines de infancia en el Perú, los niños pasaban horas coloreando figuras, y realizando tareas mecánicas que no solían dar paso a la simbolización que permita fijar experiencias tan significativas como esta, si no era una "Tarea". Felizmente, eso ha cambiado bastante, aunque todavía hay mucho por hacer, sobre todo, pensando en este extenso tiempo en casa.
Muchos artistas han dibujado el cerro San Cristobal en sus obras, pero este es mi favorito. Con él, revivo -con nostalgia- la experiencia de acompañar a las niñas y los niños de mi taller en su seria labor de documentar, espontáneamente, sus experiencias de vida.
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