El dibujo como investigación
En estos tiempos difíciles en que nuestras manos también son motivo de especial atención comparto este artículo sobre un niño que “investiga” espontáneamente en el dibujo de manos. Se trata de un registro que hice en 1999 y que transcribo a continuación: “El niño dibujó dos figuras humanas en cada lado de un papel bond tamaño A3. Yo no observé el proceso, ni le pregunté nada luego, pero me percaté que
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en ninguno de sus dibujos anteriores había tenido intención de simbolizar dedos y en este caso se ven maneras diferentes y, al parecer, insistentes, de resolver ese “problema”. La figura realizada con plumón negro fue la última (se observa encima del plumón azul) y tiene un esquema de mano que, al parecer, le resultó más convincente.
En la parte de atrás había dos figuras similares dibujadas un rato antes.
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Poco tiempo después, sí presencié el proceso de otro dibujo y también lo registré: “El niño estaba dibujando solo y me llamó diciendo: Me faltan las manos pero no sé cómo hacerlas, está agarrando un vaso de agua!”. Mientras dijo eso, dibujó el vaso (que se ve sobre el cuerpo). Ante su pedido, le dije: Te presto mis manos para que las observes. Entonces, las miró, las tocó y contó los dedos. Luego dibujó. Primero hizo la mano que vemos a la izquierda, y luego la otra en donde se observa mayor control y seguridad. ¡Lo logré!, dijo. Y siguió haciendo otros trazos diciendo: Tenía un vaso de vidrio que se derramó el agua y se rompiò y en el agua fría había un tiburòn”.
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Un tiempo después: En un conjunto de tres dibujos que constituían su cuento del zorro y el gato, se observa que dibuja las “manos” del zorro con cinco garras para lo cual cambió su esquema de mano dándole espesor.
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En sus posteriores dibujos de figura humana utilizó este esquema. Así, en relativamente poco tiempo, pasó de simbolizar los brazos con una línea a distinguir las partes incluyendo dedos y llegar a evidenciar conciencia del grosor. Mucho interés puesto en sus manos a tan corta edad (entre los 3 años, 5 meses y 3 años, 8 meses). Los psicólogos suelen tener explicaciones ante la presencia o aunsencia de ciertas partes del cuerpo. Yo no quiero entrar en ello, pero sí puedo contarles que ahora ese niño es pianista y por ende, sus manos siguen siendo muy importantes.
Tomo las palabras de Luisa María Martínez para comprender lo que está detrás de un proceso como el descrito. Ella afirma que “los procesos evolutivos que culminan con la adquisición y fijación de un código estable y a la vez flexible (como cualquier sistema vivo), dependen de la capacidades del niño para conciliar dos tendencias: estabilidad y progresión. Así, cualquier unidad formal básica (monograma) que se incorpora a un repertorio, limitado, por cierto, a pocas unidades distintas, es objeto de múltiples combinaciones y significados hasta formar parte de un esquema más complejo y estable, con un significado unívoco, en el nivel iconográfico”. Y añade que “Los primeros dibujos no son más que un banco de pruebas donde investigar con la forma en sí misma pero utilizándola, a la vez, como soporte de significados, como símbolo. La hoja de papel, o cualquier otra superficie adecuada a la actividad gráfica, se convierte, así, en un laboratorio en el que se aplican reglas intersubjetivas que tratan de conciliar estructura y significado, substancia y forma” (Martínez, 2004:81).
Ojalá en estos días de quedarse en casa, muchos niños y niñas tengan oportunidades para dibujar, para hacer su “laboratorio”, gráfico. Tal vez, algunos estarán centrados en esas manos que tanto hay que lavar o en tantas expresiones de preocupación o de satisfacción por estar al lado de la familia, a pesar de las circunstancias.
Hermoso relato y aún mucho mejor el sustento. Conozco a ese pianista