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LA MADRE SELVA

Foto del escritor: Rocío E. CorcueraRocío E. Corcuera

El dibujo, ventana a su pensamiento



A Daniel (1993) le encantaba que le lea cuentos, y, si era de noche, se dormía siempre con la última palabra del cuento. Uno de sus favoritos era “El libro de la selva” (Kipling, 1894) que, en la versión que teníamos, empezaba con la frase: La madre selva...


Un día, Daniel dibujó espontáneamente en una hoja bond y -con voz contundente- dijo: “La madre selva”. Al ver su dibujo, me percaté que estaba utilizando una figura con una estructura similar a la de un dibujo en el que decía haber dibujado a su mamá. En ambos casos, la estructura vinculaba un círculo dentro de otro, es decir, había empleado un nexo por inclusión (Martínez, 2004), gran conquista. Así, con este símbolo -que incluye y protege- tanto a nivel de forma como de significado, Daniel se iniciaba en la representación de la figura humana y era de las primeras ocasiones en las que él cerraba el círculo, y mencionaba espontáneamente algunos significados a trazos que podían tener alguna analogía con la realidad, constituyendo lo que Martínez (2004) denomina un ideograma.

Yo le había leído muchas veces el cuento en mención, pero al ver ese particular ideograma recién me pude percatar lo que él -un niño de 2 años 5 meses- estaba entendiendo por selva. Para él, selva era Selva: una mamá llamada Selva. Una vez más me sumergí un poquito en el pensamiento de un niño a través de su dibujo. No requerí preguntas, solo atención. Tampoco le pregunté qué significados tenían los otros trazos, pues discrepo de los interrogatorios intensos que suelen hacer los adultos -sobre todo a los más pequeños- cuando quieren saber todo lo que dibujan los niños, como si su trazo solo tuviera sentido cuando se traduce a palabra.

Sin embargo, en este caso, sin la palabra yo no me hubiese dado cuenta de su pensamiento. Tal vez, como dice también Martínez, los adultos con nuestra actitud demandamos implícitamente (aunque a veces explícitamente) que ellos comenten.

Después de reconocer que para él la selva era una mamá, asumí que tenía razón. Tal vez, niños y niñas entienden claramente lo que a los adultos nos cuesta tanto comprender, la selva como recinto, como territorio de vida, como madre.


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2 comentários


Rocío E. Corcuera
Rocío E. Corcuera
05 de jan. de 2020

Querida Pupy, es lindo conversar con los niños sobre sus dibujos, lo que creo que hay que tener cuidado es de convertirlo en un interrogatorio. Además, es importante considerar la edad, a veces esperamos que un niño muy pequeño explique lo que aún no tiene una intención explícita.

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Pupi Gaviño
Pupi Gaviño
05 de jan. de 2020

Querida Rocio, yo soy de esos adultos que necesita preguntarles a los niños sobre sus dibujos y el uso de los colores, porque los niños tienen tanta sabiduría que siempre nos dan grandes lecciones a nosotros, los adultos.

Creo que alguna vez te conté de un niño de 5 años que había dibujado una persona y pintado de color morado, yo le pregunté que había dibujado y porque todo estaba morado y él me respondió: mi papá llegó borracho a la casa y le pegó a mi mamá y ella se puso morada, la respuesta de este niño me hizo comprender que el dibujo y los colores son como heridas que necesitan hablar, expresarse para poder sanar.

Gracias por permitirme…

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