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Arbolito de navidad en febrero

Foto del escritor: Rocío E. CorcueraRocío E. Corcuera

Actualizado: 6 nov 2019

El dibujo como movimiento que deja huella y sana



Era febrero y Greta dibujó un arbolito de navidad tapando parcialmente la hoja para que nadie vea. Con la intención de acogerla en su primer día de taller elogié mucho su dibujo. Su arbolito era clásico, con bombillas de colores y estaba acompañado de una niña y otros detalles que demostraban mucha habilidad para sus cuatro años. Ella no quería hablar. En una siguiente sesión, a pesar de las múltiples posibilidades al alcance, ella volvió a coger un papel para su siguiente arbolito de navidad.

 Después de varias sesiones, Greta seguía haciendo arbolitos con bombillas. ¿Tanto le impresionó la navidad que a fines de febrero seguía evocándola ? Me preguntaba

 yo. Llegué a pensar que no debí elogiar efusivamente su primer dibujo. Tal vez, sabiendo que eso concitó mi interés, ella continuaba haciendo lo que sabía que estaba “bien”. Aunque también es frecuente repetir símbolos con ciertas variantes en un proceso de construcción y fortalecimiento, este no parecía ser el caso.


Greta llegaba al taller acompañada de su tía, quien me contó que la niña, estaba a dieta por sobrepeso. Parecía disfrutar del dibujo aunque casi no hablaba ni participaba de otros juegos y en nuestras salidas al parque “Las tradiciones” frente al Taller "Pincelito", ella no corría.


Yo estaba realizando mis primeras lecturas en la búsqueda autodidacta de prepararme para los talleres en ese verano de 1983 y, entre otros, leí “Del garabato al dibujo” de Marthe Bernson (1962). Si bien Greta ya había pasado la etapa del garabato, intuí que volver a ello podría ser importante. Entonces, invité a todo el grupo a jugar en la pizarra grande, como si ellos fueran la tiza y la pizarra fuera el parque. Les encantó corrían y corrían, pero Greta apenas caminaba. Cuando todos se cansaron y optaron entre las otras alternativas dispuestas, invité a Greta a jugar a “la chapada”. Así, yo avanzaba y ella me seguía cada vez más rápido. En las siguientes sesiones, ella buscaba la pizarra y corría sola, a veces con tizas de varios colores en cada mano. Eufórica.


 A los pocos días Greta me dijo: “ya no quiero correr en la pizarra”. Cogió un papel y dibujó una niña montando bicicleta. A fines de marzo, hicimos un paseo y la vi correr.

 Su tía me contó que estaba diferente, inclusive estaba bajando de peso.

 Este fue el segundo hito en mi camino. Al ver a Greta me veía a mí misma y al verla sanar, yo sanaba un poquito. No tuve intención de hacer terapia con ella pero algo tenía que hacer, el taller no podía ser un espacio para desarrollar habilidades técnica mientras la inseguridad seguía apoderada de su ser -y del mío-.

 

Notas:

 El dibujo de Greta no lo conservo. La imagen que muestro es del tipo de arbolito que ella dibujaba. El nombre al que hago referencia no es el verdadero.






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Payasos

Payasos

1 Comment


terrechiareceramica
Oct 28, 2019
Hola Rocio, este blog es tan precioso, ¡gracias por compartir con nosotros estas pepitas de oro, el elixir de una vida de experiencia y profesionalismo! Con respecto al garabato, recuerdo las obras de Margaret Naumburg, una de las fundadoras de la arteterapia, y su hermana Florence Cane, maestra de arte, que trabajaron en las expresiones artísticas espontáneas de las personas. El garabato (a menudo hecho con tizas!) era una forma de hacer emerger imágenes espontáneas del inconsciente y luego alentar asociaciones libres. También el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott desarrolló el "juego de garabatos", donde el niño y el analista, uno a la vez, trazan líneas y garabatos, tratando de completar un dibujo en sus respectivos garabatos. Cuando somos niños,…
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